Solsticios y equinoccios, su vínculo con la arquitectura ancestral
- Redacción salonambienta
- 24 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago
Estos eventos astronómicos nos recuerdan que cuando los espacios se alinean con el cielo, también se alinea con lo humano y trasciende.

Los solsticios y equinoccios son fenómenos astronómicos inaugurales de las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Una especie de reloj del universo que nos marca el paso del sol, los ciclos de la tierra, el despertar de los sentidos.
A lo largo de la historia, las culturas han sabido que el sol brinda vida de distintas maneras, desde el calor y la luz, hasta orientación y estructura, lo que puede relacionarse con la arquitectura. De hecho, los solsticios y equinoccios nos invitan a repensar cómo habitamos la luz, el tiempo y el paisaje, lo cual se ve reflejado en estructuras que dialogan con el cosmos.
Podemos identificar los ritmos solares tanto en los templos antiguos como en la bioarquitectura contemporánea. Por tal motivo, hoy compartimos y reflexionamos en torno al vínculo de la arquitectura ancestral -y contemporánea- con la trayectoria solar.

Mayas y egipcios son solo dos ejemplos de civilizaciones que construyeron sus estructuras tomando en consideración estas fechas relevantes en el calendario astronómico. Generalmente, dichos edificios estaban construidos con el fin de celebrar rituales o para medir el tiempo.
La pirámide de Kukulcán es un modelo idóneo de vínculo entre arquitectura y astronomía, incluso arte. Durante los equinoccios, es posible ver un espectáculo visual, la sombra de una serpiente emplumada que desciende de la pirámide. De la misma forma, en distintas culturas podemos encontrar otros ejemplos asombrosos.
Los solsticios y equinoccios subrayan la importancia de la luz solar, hecho que a la arquitectura no le ha pasado desapercibido: orientación, alineación, medición del tiempo. Todo ello, a su vez, relacionado con la ciclicidad de la vida.

Hoy en día, es posible identificar la influencia de la arquitectura ancestral, de la forma en que esta valoriza elementos naturales -como la luz solar- en la arquitectura contemporánea. Tal vez, el heredero más consciente de esta tradición es el diseño bioclimático, para quien la trayectoria del sol es crucial.
Hemos de subrayar que honrar los solsticios y equinoccios desde cualquier ámbito -en este caso, el arquitectónico- no es solo contemplar al pasado con admiración o nostalgia, es proyectar al futuro con entendimiento, desde nuestras raíces más profundas.
En cada muro, abertura o sombra espera una oportunidad de diálogo con la luz, alegoría de la vida.
¿Estamos diseñando espacios que escuchen al sol
y respondan a sus ciclos?
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