Diseño de interiores inclusivo: espacios para todas las formas de habitar
- Redacción salonambienta
- 28 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago
El interiorismo inclusivo construye espacios accesibles y sensibles para todas las personas, se caracteriza por ser funcional, además de adaptable a diversos contextos.

Diseñar un espacio no es solo una cuestión estética. También es una decisión ética.
El interiorismo inclusivo surge de esa conciencia: la de entender que no todos habitamos el mundo del mismo modo, y que el diseño debe responder a esa diversidad con sensibilidad y funcionalidad.
Durante mucho tiempo, los espacios interiores —viviendas, oficinas, tiendas, museos, escuelas— fueron concebidos bajo un modelo homogéneo de cuerpo, movilidad, percepción y experiencia.
Ese modelo dejó fuera a muchas personas: con discapacidad física, sensorial o cognitiva, con neurodivergencias, con cuerpos envejecidos o con condiciones temporales que modifican su manera de desplazarse y habitar.
Por suerte, esa perspectiva homogénea es cada vez más cuestionada, así, hoy se habla de interiorismo inclusivo o diseño de interiores inclusivo, el cual es una rama del diseño de interiores que busca crear espacios accesibles, funcionales, sensibles y emocionalmente acogedores para todas las personas, sin importar sus capacidades, edad o condición.

Se basa en principios del diseño universal, que promueve ambientes que pueden ser utilizados por el mayor número de personas posible, sin necesidad de adaptaciones posteriores. Espacios que inviten, no que excluyan.
Por tanto, va más allá de rampas y pasamanos. Un interiorismo inclusivo considera la iluminación adecuada para personas con baja visión, señalética legible, espacios sensorialmente amables, mobiliario ergonómico y flexible, materiales con texturas comprensibles al tacto, circulación clara y ambientes libres de barreras físicas o simbólicas.

Aunque pueda parecer difícil, hablar de interiorismo inclusivo es reconocer que el diseño puede ser excluyente, incluso sin proponérselo. Sin embargo, el primer paso para transformar esa realidad es mirar de otro modo.
Diseñar con inclusión no significa “agregar” accesibilidad como un extra. Significa pensar la inclusión desde el inicio, no como una excepción sino como la norma, al igual que reconocer la diversidad funcional como parte del día a día, no como algo marginal.
El resultado de este enfoque no solo mejora la vida de quienes necesitan ciertas adaptaciones. Mejora la experiencia de todos. Un entorno accesible es más claro, más habitable, más empático.
Por tanto, el diseño inclusivo es también un diseño más ético, de enfoque regenerativo que permite construir espacios capaces de cuidar a quienes los habitan, así como de crear comunidad.
¿De verdad estamos conscientes de diseñar los espacios para que sean habitados indistintamente...? o ¿solo a quienes se ajustan al modelo estándar?
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